Un rey en tierras provincianas

“Cuando el rey querido llega de tarde, por la serranía, hay que ponerle gallina rellena que el rey es fino ¡Madre Mía!”.

 

Quizá estos versos hechos por un hombre que mira con el alma e inmortalizado por su canto, alegorizan lo que significaba para estas sabanas un hombre importante, lo que llamaban un personaje considerado y hubo muchos de nuestros antecesores, grandes gamonales “considerados” por toda la región, pero de esas épocas de carreteras destapadas y amoríos en los matorrales, aun queda un rey que no sólo era respetado por la sociedad sino por el pueblo.

 

Ese es Pepe Castro, un hombre casi mítico en la historia del viejo Valle, es quizá la persona en quién más se perciben las añoranzas que le ha dejado el infalible paso del tiempo, una grata nostalgia que refleja en sus escritos sobre recuerdos del pasado que hoy ocupan su memoria.

 

Pero su Valledupar del alma aún tiene la fortuna de tenerlo, su imponente figura se pasea por la gran plaza de los acordeones, su célebre mochila arhuaca que antes llenaba de chavos para sus coterráneos hoy está cargada de dulces para sus nietos. Aún vemos su mano extendida para decir adios a todo el que se encuentra, porque aunque por problemas de la edad el no lo vea bien, a todos saluda, porque ¿Quién no conoce a Pepe en el Valle?

 

José Guillermo Castro nació el 3 de febrero de 1926 en Valledupar, en el marco de la plaza Alfonso López, tomó de su familia, agricultores y ganaderos por tradición el amor por el campo, un trabajo duro que ha realizado a lo largo de 50 años, siendo hoy el viejo gamonal que pese a los golpes de violencia que ha sufrido de la subversión, aun su entereza mantiene viva la riqueza agropecuaria del Cesar.

 

“Pero si bailo con Pepe, con Pepe no siento na’ ”

 

Pepe Castro es un hombre fuerte, que en sus tiempos mozos se distinguió por ser apuesto, alto, galante, enamorador y con mucha fortuna con las mujeres, hoy a sus 81 años no ha dejado sus mañas de coquetería; dos matrimonios y 15 hijos son la prueba de su agitada vida sentimental.

 

Muy joven, su espíritu de don Juan cesó cuando se enamoró perdidamente de Rosalía Daza, una fonsequera con quien contrajo matrimonio compartiendo más de 50 años de su vida, de esa unión nacieron 4 hijos, Guillermo, Juan, Celso y Josefina.

 

Con sus hijos Pepe Castro ha hecho un aporte de grandes hombres y mujeres productivos para el departamento, ya que a todos hizo profesionales, entre ellos se encuentran, Alix y Dhelmis Castro Vasquez, Ruth e Inés Castro Zuleta, José Guillermo y Andrés Castro Gámez y Hugo Soto; quienes nacieron de diferentes relaciones, pero con quienes mantiene un fuerte vínculo.

 

Pero el macondiano mundo de Pepe Castro, hizo que a los 80 años, en su viudez, se casara nuevamente, esta vez con  María Mercedes Castro, una mujer que pasó todas las pruebas de la paciencia al esperarlo 40 años, sus hijos Juliethe, María Mercedes, Pedro y María Teresa junto con sus nietos, fueron testigos de la boda en La Paz, el pueblo de donde una vez se la llevó ciega de amor.

 

“Los buldózeres adelante y los abogados atrás”

 

La característica que más se ajusta a una descripción de Pepe Castro, es como un hombre enamorado de su región, que sin grandes logros académicos, su inteligencia simple, lógica y racional ha hecho que se destaque en todas sus facetas en el servicio público como concejal, alcalde de Valledupar, gobernador el Cesar, representante a la Cámara y senador de la República.

 

Y por toda su trayectoria, Pepe Castro sigue siendo recordado y querido, pero tal vez la cotidianidad y el desaforado desarrollo de la capital vallenata hoy muchos han olvidado el aporte que este novel patriarca ha hecho, y otros más jóvenes ni siquiera tengan conocimiento de toda la grandeza de quien fue fundamental en la construcción del territorio que hoy disfrutamos.

 

Se dispuso ver su tierra como la soñó, y bajo el lema “los buldózeres adelante y los abogados atrás”, apenas tuvo oportunidad emprendió las obras que convirtieron Valledupar en una ciudad y el Cesar en un una región prospera; dentro de ellas se encuentran en la capital vallenata, la avenida Simón Bolívar desde el Terminal, hasta el balneario Hurtado, la carrera Novena hasta el pedazo de acordeón, la calle 12 hasta el colegio Instpecam; las carreteras de los corregimientos del norte, 24 colegios de Bachillerato y un número similar de puestos de salud, electrificaciones y acueductos en los diferentes municipios y muchas realizaciones más que llenarían toda la página.

 

Pocas personas le han dado tanto a su tierra como Pepe Castro, sus historias siguen activas en sus ya memorables “Cuentos de Pepe”,que todos los viernes escuchan entre risas los oyentes de Radio Guatapurí, de los que ha recopilado ya tres libros; así como también uno de historia denominado “Crónicas de la Plaza Mayor” y otro de biografías, “Colombianos que se destacaron en la vida vallenata”.

 

Hoy Pepe Castro sigue siendo ese rey querido como pocos, un roble de oro, un ser excepcional  de esos que definitivamente, no nacen todos los días; pero que ni aún si mueren serán inolvidables.