Élida, la mujer que endulzó al pueblo de La Paz con sus manos

 

Hoy ella también necesita que endulzamos su vida con una silla de rueda y una descansadora.

Texto y foto Eder Noriega

Si esta historia toca tu corazón y te motiva a hacer algo por Élida, entonces solo me resta darle gracias a Dios y a ti porque habrá cumplido su objetivo.

Elida Esther Miranda Contreras, una mujer afrodescendiente proveniente de Tamalameque Cesar, nació el 17 de Agosto de 1933. Su vida se desarrolló en el pintoresco pueblo de La Paz, donde logró dejar una huella imborrable y convertirse en un símbolo de perseverancia y superación.
La historia de Elida está marcada por un episodio desgarrador que cambiaría su vida para siempre. En un oscuro y fatídico día, fue víctima de un ataque violento por parte de un hombre despiadado, quien con machete en mano amenazó con cortarle la mano izquierda si no accedía a vivir con él. En un acto de valentía, se negó a someterse a esa terrible situación, pero lamentablemente perdió su dedo pulgar izquierdo en aquel trágico encuentro.
Aunque esta experiencia pudo haber quebrantado a cualquiera, Elida no se dejó vencer. En lugar de permitir que la tragedia definiera su vida, decidió convertir su adversidad en una razón para seguir adelante. Fue en ese momento que sus manos se convirtieron en una herramienta poderosa para forjar una nueva vida y una tradición que transformaría a su querido pueblo.
Elida descubrió su pasión por los dulces y decidió utilizar su talento culinario para deleitar a su comunidad. Fabricaba y comercializaba una variedad de deliciosos dulces, entre ellos, la famosa Cocada Rosada, el exquisito Dulce de Caballito y el tradicional Dulce de Filo y Toronja. Sus creaciones eran un auténtico manjar, lleno de sabor y color, que cautivaron los paladares de todo La Paz. Desde las primeras horas de la madrugada, Elida se levantaba para dar vida y color a sus dulces. Cada movimiento…, cada mezcla…, cada moldeado eran una expresión de amor y dedicación que trascendían la simple preparación de un alimento. Sus manos, a pesar de la adversidad que enfrentaban, creaban magia en cada bocado que saboreaba la gente, llevando consigo el alma de una mujer que se negaba a dejarse vencer por la tragedia.

Elida, con su incansable espíritu emprendedor, llevó su negocio más allá de las fronteras de La Paz. Sus dulces se vendían en las tiendas del pueblo, así como en los pueblos cercanos y en diferentes ciudades del país. Incluso traspasaron las fronteras, cruzando con frecuencia hacia el país vecino de Venezuela, donde eran apreciados y saboreados con alegría.
El legado de Elida trascendió más allá de sus dulces exquisitos. Su historia se convirtió en un poderoso testimonio de resiliencia y fuerza interior. Su ejemplo motivó a otros a enfrentar sus propias dificultades y a encontrar la determinación para seguir adelante, sin importar los obstáculos que se presentaran en su camino.

Hoy en día, el nombre de Elida Esther Miranda Contreras es sinónimo de coraje y dulzura en el pueblo de La Paz. A pesar de los momentos oscuros que atravesó, su luz y su espíritu inquebrantable iluminaron la vida de quienes tuvieron la fortuna de conocerla y disfrutar de sus dulces.
Que la historia de Elida nos recuerde que, incluso en medio de la adversidad más desgarradora, siempre hay una chispa de esperanza y un motivo para seguir adelante. Su legado nos enseña que nuestras manos, a pesar de las heridas y las pérdidas, pueden convertirse en instrumentos de transformación y en herramientas para construir un futuro mejor.
Elida Esther Miranda Contreras, la mujer que puso de moda la tradición del dulce en La Paz, continúa inspirándonos a todos a perseguir nuestros sueños y a encontrar la dulzura en la vida, incluso cuando parezca que todo está en su contra.

En la actualidad, Elida Esther Miranda Contreras se encuentra en la etapa de la vida en la que cada paso se ha vuelto un desafío. Sus años de trabajo incansable y sufrimiento han dejado huellas en su cuerpo, y ahora enfrenta dificultades para movilizarse por sí misma. La necesidad de una silla de ruedas y una descansadora se ha vuelto urgente y vital para su bienestar.
A pesar de su admirable espíritu luchador, la familia de Elida no cuenta con los recursos económicos suficientes para adquirir estos elementos indispensables para mejorar su calidad de vida. Es en momentos como estos cuando la solidaridad y el amor al prójimo pueden marcar una diferencia significativa.
Por eso, se hace un llamado a todas las personas de buen corazón que puedan contribuir para endulzar la vida de Elida y devolverle la sonrisa que tanto merece, no solo a ella, sino también a su familia. Cada pequeño gesto de generosidad puede hacer la diferencia y brindarle la comodidad y la libertad de movimiento que necesita en esta etapa de su vida.
Si has sido testigo de la dulzura y el amor que Elida ha compartido a través de sus deliciosos dulces, ahora es el momento de devolverle esa bondad y gratitud. Contribuir con una donación, compartir su historia o difundir esta campaña pueden ser acciones que marquen un impacto real en la vida de esta valiente mujer y su familia.
Recordemos que cada uno de nosotros puede convertirse en un instrumento de cambio y esperanza para aquellos que enfrentan dificultades. No dejemos que las barreras económicas se interpongan en el camino de Elida hacia una vida más cómoda y plena.
Hoy, más que nunca, es necesario unirnos como comunidad, derribar las barreras que limitan la accesibilidad y brindar a Elida la oportunidad de disfrutar de su vejez con dignidad y bienestar. Juntos, podemos endulzar la vida de Elida y hacer que su sonrisa vuelva a iluminar cada rincón de su existencia.
Porque el verdadero sabor de la vida se encuentra en la generosidad y en el amor compartido, hagamos de este llamado una cadena de solidaridad que trascienda las dificultades y nos inspire a ser mejores personas.
¡Unamos nuestras manos y nuestros corazones para ayudar a Elida Esther Miranda Contreras a encontrar la dulzura y la comodidad