Nación Arcoiris

Por: José Luis Blanco Calderón
Esp. Derechos Humanos
D.I.H.
Un largo viaje de casi 18 horas de vuelo, trajo consigo no solo la oportunidad de conocer otra cultura y formas de vida; sino que también me entrego la oportunidad de entender lo complejo de la segregación racial acentuada en los comportamientos de la sociedad Sudafricana, como legado de la política de colonización en el mundo moderno.
Quizá la pequeña isla de Robben  donde fue cautivo Mandela, o la gran cabeza de León o la visita al Distrito seis vislumbren con sus historias en la emblemática Ciudad del Cabo un retrato del apartheid;  pero algo tan simple como caminar o ejercitarse en la Avenida Protea frente a los complejos turísticos más exóticos de Ciudad del Cabo, pueden dar cuenta de los resultados de la apuesta casi fallida que el Ex presidente Mándela y sus millones de adeptos gestaron para abolir el apartheid en 1994, este maravilloso País se proyectó como una nueva Nación arcoíris con sus políticas incluyentes y de oportunidad para sus Naciones vecinas y menos favorecidos como Simbabwe  y Mozambique los cuales aportan un flujo exagerado de inmigrantes negros en busca de su sueño Sudafricano.  No obstante la realidad que se percibe es otra, la gran Nación  arcoíris como fue llamado en su momento ha venido enfrentando profundas expresiones xenófobas en distintos contextos sociales cuando se suponía este modelo era ejemplo de Reconciliación en el Mundo.
Sudáfrica se percibe como un país peligroso, donde la tasa de homicidios, asaltos y desempleo es elevada, se estancó en sus deseos de trabajar por la reconciliación de sus habitantes, familias y vecinos, los barrios ricos de Ciudad del Cabo siguen siendo de blancos y el rostro de los negros detenta la pobreza y la inmigración como forma de vida; a tan altos niveles la discriminación ha llegado  la  sociedad  que la exclusión es reciproca entre blancos y negros y viceversa.
Sabemos que todo proceso de post violencia trae consigo sus propios desafíos para la instauración de un orden democrático y estado de  paz, este maravilloso País hizo lo propio y se encuentra en una constante lucha por cerrar este oscuro capítulo de su historia; ejemplo de ellos ya tomamos hace algunos años al instaurar modelos de justicia transicional en Colombia, en esa vía se deben orientar los esfuerzos para cerrar los capítulos de violencia sistemática y así luchar por una Nación donde la violencia no sea un mecanismo de resolver las diferencias.