“Hay que descubrirle el poder a la paz”: Vera Grabe

Vera Grabe dejó las armas en 1990, cuando el M-19 decidió dejar atrás la lucha armada y apostar por las transformaciones políticas que, creían entonces, el país necesitaba.
Desde eso ha ejercido la política y más recientemente como directora del Observatorio para la Paz.
EL_COLOMBIANO habló con ella acerca del proceso de transición que vive el país.
¿Cómo ve el acuerdo al que lograron llegar el Gobierno y las Farc?
“Precisamente por la coyuntura, la situación del país tan polarizada, me parece un acuerdo muy completo en temática, mucho procedimiento, muy bien trabajado, muy bien elaborado como documento, son 300 páginas, el nuestro era de nueve hojas, es muy distinto”.
Hay un sector que dice que se cayó en lo jurídico y se le está apuntando muy poco a la paz y a la reconciliación, ¿usted lo ve así?
“Eso se volvió como un centro, ahí es donde vienen las mayores críticas, mucha gente lo dijo: ‘que ese proceso no se vuelva simplemente la discusión de lo jurídico’, pero como ese ha sido de los puntos más sensibles hay que resolverlo. Lo que más me ocupa es que la paz es un tema de país, no es de las Farc, ellos ya tomaron la decisión, la gran pregunta es ¿el país qué?.
¿Usted cree que de alguna manera esa misma polarización va a terminar generando otras violencias?
“Ojalá no. Uno confiaría en que esos debates polarizados se den en los escenarios políticos y no sean nuevas guerras”.
¿Cree que la justicia acordada con las Farc puede generar un mal precedente?
“Todo proceso de paz implica niveles de impunidad. Aquí se ha buscado un equilibrio del máximo de justicia posible, no es solamente qué cantidad de justicia sino qué tipo de justicia, si la del castigo o la de la restauración o la que va en razón de la reconciliación”.
El Gobierno ha comparado de lo ocurrió después del proceso de paz con el M-19 con respecto al juzgamiento de los militares, ¿usted cree que es bueno para el país que los militares sean juzgados por el mismo tribunal que va a juzgar a las Farc?
“A los militares no les gusta que se les ponga en la misma simetría, siempre ha sido la discusión de cómo me van a tratar a mí que soy institución al mismo nivel de un guerrillero, son cosas distintas, además, porque tienen otros niveles de responsabilidad, un militar representa al Estado, un guerrillero es un rebelde”.
 
Hablando de memoria, ¿cómo se siente usted frente a la responsabilidad del M-19 en la toma del Palacio de Justicia y la memoria frente a ese hecho?
“Yo creo que la memoria no es una cosa neutral, tú puedes hacer una memoria para seguir metiéndole sal a la herida y puedes hacerla para la comprensión, lo que no quiere decir que no haya responsabilidad. En cada aniversario del Palacio yo me desaparezco, porque cada año es para buscar culpables, obviamente es importante el esclarecimiento y la verdad, pero hay mucha manipulación en esos hechos, entonces los puedes utilizar para polarizar, para generar rabia y odio o los puedes utilizar para una comprensión histórica, esos hechos se dieron en un momento, en un contexto y con una intención política y lo más grave es que se manipularon para tergiversarlos y acabar diciendo que el M-19 fue un empleado de los narcos, eso es mentira, fue un acto político, independiente de los errores”.
 
¿Y es probable que eso mismo ocurra con las Farc?, por ejemplo muy pronto se conmemorarán los 15 años de Bojayá…
Pero sí ha habido actos de perdón, de reconciliación, hay que mirar con qué perspectiva se abordan las cosas”.
¿Cómo ve el futuro político de las Farc?
“Depende, no solo de ellos sino de otras fuerzas, de lo que está pasando en el país, del discurso que ellos manejen, de cómo se paran, de dónde ubican su acción: si es regional, si es nacional. Obviamente hay una parte del país que no los quiere, hay rabias, pero también hay gente que de pronto ellos pueden ser una alternativa política”.
¿Después de todos estos años de conflicto las Farc tienen una base social fuerte?
“Yo no sé si sólida, pero cuando uno va a las regiones no ve esa postura que ve en Bogotá o en Medellín”.
Dicen que viene lo más difícil, desde su experiencia, qué es lo que viene?
“El proceso nuestro fue muy distinto, para nosotros fue relativamente fácil, el país nos recibió bien, no había los niveles de polarización, había un ambiente distinto. Pizarro tuvo la visión y la claridad de hacer la negociación a tiempo. Lo más difícil será poner a funcionar todos los procesos de implementación en términos de reintegración, la política, la reconciliación del país, el manejo de otros actores que se pueden activar y se están activando en zonas donde las Farc ya no son poder”.
¿Cómo ve la posibilidad de consolidar la paz en esos territorios donde se mantienen las economías ilegales?
“Creo que se requiere mucha presencia del Estado, pero no solamente de Fuerza Militar y de Policía sino que de verdad haga presencia con salud, educación, que la gente vea que algo le cambió. La gente no va a dejar una economía ilegal a cambio de nada”.
¿Cuál fue el éxito de la negociación con el M-19?
Que no fue un proceso tan largo, que el M-19 era más chiquito, era una organización de alto impacto pero en términos de cantidad era más movimiento que estructura, y era un contexto político diferente, la misma gente nos fue diciendo que teníamos que ir a la paz, y la gente nos apoyó, nosotros dejamos las armas un 9 de marzo y yo fui elegida a la Cámara con 19.000 votos en tres días, y no era yo, era todo un fenómeno político, y después vino todo el ambiente que se dio en torno a la Constituyente que fue importante, ahí se dieron transformaciones profundas”.
¿Cuándo estaban en la confrontación el ideal era lo que lograron políticamente o esas expectativas no se cumplieron después del acuerdo de paz?
“El M-19 tenía una ventaja que era una organización que buscaba cosas viables, tenía claridad, su lucha era por la democracia y yo creo que la constitución fue un paso histórico, fue una gran revolución, no se cambiaron todas las cosas pero este país sí se movió en otra dirección y en esa medida digo que no hay frustración”.
Cómo sería una descripción así de las Farc, ¿qué es lo que usted ve que quieren las Farc?
“Yo creo que las Farc han ido aterrizando en el país y en la política real, porque obviamente ese sueño que seguramente tenían no es real, porque el mundo cambió. Yo pienso que deben estar haciéndose la pregunta de qué tipo de política hacen, qué implicaciones tiene eso, de todas maneras el acuerdo es un acuerdo realista, no busca resolver todos los problemas de la nación sino cosas que para ellos y para el Gobierno son estratégicas y son importantes, ya el tema es cómo construyen su discurso político, cómo se conectan con la población, cómo asumen esto”.
 
¿Cree que el país va en camino a que los dirigentes de las Farc lleguen al poder?
“Yo creo que todo el que hace política quiere poder, pero depende cómo te ubiques frente al poder, si es como oposición, como gobierno o como alternativa, una cosa es lo que uno aspire y otra lo que uno logre en un país tan complejo como Colombia”.
¿Cree que las negociaciones con el Eln van a conducir a un acuerdo?
“Tienen que llegar, pero tienen todas las complejidades que vemos todos los días, porque están atravesados por actos, por decisiones, por gente que no quiere, falta de consenso interno, uno aspiraría que estén listas pronto, pero no sé en cuánto tiempo”.
¿Cree que las condiciones van a estar dadas en pleno año electoral?
“Eso a veces puede acelerar, en el caso del M-19 eso aceleró porque se buscó armonizar las negociaciones con las elecciones”.
¿Si hubiera un acuerdo con el Eln podríamos decir que Colombia vivirá en paz?
“Tenemos que bajarnos de la idea de esa paz absoluta, eso no existe, uno de los problemas que tenemos es que a veces no valoramos la paz que hemos construido sino que siempre la estamos buscando en lo que falta. Es cierto que hay otros actores que generan violencia, que están buscando copar espacios, pero es un avance. Valoremos lo que vamos logrando”.
¿Cree que el Gobierno debería iniciar una negociación con las bandas criminales?
“La rebeldía política es una cosa independiente de todas las radicalizaciones y todos los actos, pero uno diría que ahí hay otro fondo. No se puede negociar con todo el mundo”.
Desde su experiencia, ¿qué consejo le daría a esos guerrilleros que están por dejar las armas?
“Lo primero es entender que la paz es una posibilidad, que la paz no es pasividad, que se trata de descubrir otras formas de acción, que se puede ser crítico también, la paz no implica comer callado, ni dejar de pensar, sino que se hace de otra manera. Para mí la paz es una inmensa posibilidad de transformación personal colectiva y social sin el ruido de la guerra, pero implica que te pares de otra manera. Hay que descubrirle el poder a la paz”.
Ese momento en el que se dejan las armas y empieza la movilización política, ¿es doloroso?
Liberación. yo lo viví como una inmensa liberación de volver a salir a la calle, volver a estar con la gente, poner la cara, recuperar la vida cotidiana, recuperar los amigos, eso es una gran posibilidad. Recuerdo una vez que una periodista me dijo que en África las mujeres sentían que la paz era una gran frustración y yo le dije: ‘siento decirlo, para mí la paz fue una inmensa liberación’”.

 

Tomado de El Colombiano