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La Misa Crismal, origen y espacio de renovación sacerdotal

 

Por Ramón Elías Duarte Quintero

 

 

La Misa Crismal, es un acto litúrgico que precede a la Semana Santa, donde se bendice el Santo Crisma y los otros aceites empleados en los bautizos y confirmaciones durante y después de la misa de Pascua.

Es presidida por el obispo de la Diócesis, quien es el encargado de consagrar el Santo Crisma y bendecir los óleos o aceites para los enfermos y los que se van a bautizar.

Según la antigua Tradición Apostólica Cristiana (c. 200 d. C.), era una «ceremonia que tenía lugar durante la Vigilia Pascual en la que se bendecían dos santos óleos y se consagraba uno; uno para los enfermos y otro para exorcizar». La palabra risma proviene de latín chrisma, que significa unción.

El Santo Crisma es el óleo perfumado que representa el Espíritu Santo y se aplica el día del bautizo, la confirmación y en la ordenación de los sacerdotes y obispos.

Esta misa incluye el rito de la renovación de las promesas sacerdotales. Una vez terminada la homilía, los presbíteros en torno al obispo y en presencia del pueblo cristiano, renuevan las promesas hechas en otro tiempo, el día de su ordenación sacerdotal, donde manifiestan nuevamente su disposición para configurarse con Jesucristo, buen pastor y renunciando a sí mismos, servir generosamente a la iglesia como maestros de la palabra, ministros de los sacramentos y guías de la comunidad cristiana.

Para el caso de la Diócesis de Valledupar, cuyo obispo es Monseñor Oscar José Vélez Isaza, la homilía de la Misa Crismal giró en torno a “La Paternidad espiritual a imagen de Dios”, un decálogo sacerdotal donde ser padre no es simplemente un título, sino una vivencia en la cual el nombre de Dios sea santificado y propuso cuatro etapas fundamentales en ese itinerario:
1. Para ser padre, hay que ser hijo;
2. ser hijo y esposo de la iglesia;
3. ser hermano y
4. ser mariano.

Por lo tanto, el sacerdote es responsable en guiar aquellos hacia la fe o hacia un patrón de comportamiento particular. Aquel que tiene, con respecto a alguien, una actitud paternal y sabia (Gn. 45:8; Jue. 17:10; 18:19).

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