Una Entropía Llamada Colombia

 

 

Milagro Patrón Noriega, Docente Unimagdalena      

Carlos Mario García Peña, Estudiante Ingeniería Industrial Unimagdalena

 

En física, la Entropía, simbolizada con la letra “S”, es una magnitud que representa el estado de equilibrio de un sistema y está relacionada con la segunda ley de la termodinámica.  De acuerdo a esta teoría, los sistemas cerrados permanencen en un proceso natural e irreversible de constante movimiento energético que los lleva de un estado de orden a un estado de desorden, lo que se conoce como entropía positiva.  Lo contrario, es decir la entropía negativa, neguentropía o sintropía, es aquello que necesariamente debe actuar sobre el sistema para impedir la desorganización y el caos. Etimológicamente este término proviene del griego ἐντροπία que significa evolución o transformación.

Se dice que todos los procesos en el universo tienden al desorden y al caos. La energía se transforma constantemente y algunos estudiosos del tema incluso hablan de dispersión o incertidumbre y no de caos o desorden; porque en efecto, lo que para algunos es desorden, para otros es orden. Lo importante de este concepto es entender que la energía dentro de un sistema cambia constantemente, provocando que este pase de un estado a otro, para nunca volver al anterior de forma exacta.

La especie humana, en su proceso natural metabólico, produce intercambios de energía que ejercen influencia en el entorno, como lo produce cualquier otro ecosistema, pero a diferencia de estos últimos, la especie humana tiende paulatinamente a su destrucción.

Nada mejor que el concepto de entropía para representar lo que ocurre en Colombia. Si se traslada este fenómeno desde la física, al contexto social que se vive en el país, se pueden develar algunos movimientos destructivos creados por el mismo hombre, como la desiguadad, la corrupción, la injusticia y otros tantos fenómenos, que coducen al caos, al desorden, o como dirían otros, a la incertidumbre y dispersión de la sociedad.

Los ecosistemas naturales en su proceso de afectación al entorno, crean a la vez una forma propia de estabilizarse y volver a un nuevo estado de equilibrio. El hombre, ser social, pensante y racional, tiene la potestad a través del sano juicio, de tomar decisiones que conduzcan al logro de estados de bienestar y armonía para la sociedad.

Los gobiernos, responsables del orden y la equidad de las naciones, quienes deberían obrar con sensatez y vehemencia en procura del bien común, al contrario, son artífices del más profundo y absurdo detrimento social. Gobernar en medio de desorden y el caos es la consigna: la estrategia de la confusión y la división parece ser un herramienta política infalible.

Como todo sistema que busca autoestabilizarse, emergen los movimientos sociales, que buscan por sus propios medios ese anhelado estado de equilibrio, animados por la emoción, más que por la razón, guiados por el mismo escenario de confusión que no permite construir un buen discurso, ni trazar un horizonte claro para la patria.

Es inminente un época de revolución, de cambio, de muerte de un paradigma, para dar paso a otro que pueda edificarse sobre las bases de la tolerancia, la equidad y la inclusión. Una gobernanza con reglas claras, marcada por la transparencia e impregnada de un liderazgo que permita construir un nuevo proyecto de nación en donde todos los colombiamos gocen de las mismas oportunidades y de un verdadero Estado Social de Derechos.

Como puede verse, la metáfora de la entropía ha transcendido del plano científico, al ámbito político, económico y social para quedarse, y está en manos del pueblo colombiano inyectar la dosis sintrópica que permita darle un nuevo orden a la nación. Es un nuevo proceso de independencia, pero esta vez es de nosotros mismos, es romper los viejos paradigmas para lograr una nueva libertad.

La invitación es que mediante el conocimiento, la educación, el trabajo mancomunado y en equipo, se puedan tomar mejores decisiones, basadas en la razón y no en la emoción, en procura de construir un mejor país, con un sistema social donde coexistan mecanismos de auto-regulación, control y equilibrio para el bienestar de todos.