Coronavirus, un asesino real

Por: Milagros Patron Noriega

Doctoranda en Ciencias de la Educación

Docente Universidad del Magdalena

A pesar de que el número de contagios a nivel mundial supera la cifra de los 13.500.000 y más de 580.000 muertes, algunas personas aun continúan siendo escépticas ante la amenaza del nuevo coronavirus SARs-CoV-2 que fue detectado por primera vez en la ciudad de Wuhan (China) a finales de 2019 y que luego se extendió rápidamente por 188 países, pasando de Asia a Europa, Norteamérica, Latinoamérica y África.

Para comprender la dimensión del enemigo que enfrenta actualmente la humanidad es necesario conocerlo muy bien, por ello expertos alrededor del mundo no cesan en sus investigaciones para entender cómo se comporta el virus y encontrar la forma de combatirlo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que los coronavirus pertenecen a una extensa familia de virus que son causantes de enfermedades tanto en animales como en humanos. Estas enfermedades pueden ir desde un resfriado común, hasta enfermedades graves como el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS) o el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS). En el caso del nuevo coronavirus, es el transmisor de la enfermedad que ha sido denominada COVID-19.

Aunque cerca de un 80% de las personas que adquieren la enfermedad presentan síntomas leves y generalmente se recuperan sin tratamiento hospitalario, una de cada cinco puede presentar complicaciones y terminar perdiendo la vida a causa de ella. Las personas mayores y aquellas con afecciones previas como problemas de obesidad, diabetes, cáncer, hipertensión, problemas cardiacos o pulmonares, son más propensas a presentar cuadros de gravedad. Sin embargo cualquier persona, incluso sin antecedentes de salud e independientemente de la edad, podría enfermarse y presentar severidad con un desenlace fatal. El coronavirus, además de afectar el sistema respiratorio, también puede atacar el sistema nervioso, y la respuesta no controlada del sistema inmune termina dañando órganos los vitales.

El director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, advirtió recientemente que en la mayor parte del mundo, el virus no está bajo control y está “empeorando”. Además agregó que en algunos países no se está dando el manejo adecuado a la pandemia y que estamos lejos de volver a la “antigua normalidad”. En Estados Unidos, por ejemplo, se ha visto un resurgimiento de infecciones en las últimas semanas, debido principalmente a nuevos brotes por la flexibilización de las medidas de control, alcanzando cifras record de 60.000 nuevos casos diarios de contagios, para un total que ya supera los 3.400.000 y más de 137.000 muertes. En Latinoamérica, Brasil ha sido el más afectado hasta el momento, con una cifra que supera las 75.000 muertes, seguido por México que supera las 36.000. En Colombia las muertes rondan las 6.000 y las medidas de aislamiento se han venido extendiendo a causa de la aceleración de los contagios en varias ciudades, que ya alcanza los 165.000 en todo el país.

Como ya se conoce, la velocidad de propagación de esta enfermedad es alta y solo basta con la exposición sin protección ante otras personas o ambientes infectados por el virus para que se produzca el contagio. Es importante también resaltar que estudios realizados por científicos de la Universidad de Sheffield en el Reino Unido han mostrado que el SARs-CoV-2 ha mutado a una variante llamada G614 que tiene una capacidad de contagio diez (10) veces mayor que la variante D614 originalmente detectada en China, es decir posee una mayor transmisibilidad, sin embargo no es más letal que el anterior. Se estima que el 95% de las infecciones actuales corresponden a esta nueva variante.

No obstante, una mayor tasa de contagios repercute en una mayor cantidad de personas que requieren de atención sanitaria al mismo tiempo, lo cual puede hacer colapsar los sistemas de salud, como en efecto ya ha venido sucediendo en varios países y regiones en las últimas semanas. En consecuencia, muchas personas podrían morir a la espera de una atención oportuna, por cuanto la letalidad también está asociada con la capacidad sanitaria del país y las condiciones de comorbilidad de la población.

A nivel mundial, los gobiernos enfrentan un gran dilema entre preservar la salud o reactivar la economía. Se estima que al menos 4.5 billones de personas (la mitad de la población mundial), se mantenía bajo medidas aislamiento y distanciamiento social durante el pico de la pandemia en Europa. Hoy esta cifra podría ser mucho mayor, lo que ha tenido un fuerte impacto económico; sin embargo no hay otra vía para para desacelerar la propagación de la enfermedad, al menos mientras no exista una vacuna. Por ello es muy importante no bajar la guardia y continuar con las medidas de distanciamiento, de protección e higiene sanitaria como el lavado constante de manos y el uso de máscaras.

En este sentido, la OMS ha señalado tres aspectos esenciales que todas las naciones deber seguir para controlar la pandemia: enfocarse en suprimir la transmisión y reducir la mortalidad, un fuerte liderazgo gubernamental con estrategias claras y coherentes, y quizás lo más importante, una comunidad empoderada, consciente y comprometida con las medidas de protección y de comportamiento individual para el beneficio propio y de los demás.