Política o politiquería, nuestro pan de cada día.

Por. Eduardo Santos Ortega Vergara

Pasado el momento esperado, después de casi cuatro años, se cumplió la fecha de escoger los representantes del pueblo para legislar y ejercer control político ante el gobierno. Y se dio lo que temía o quizás lo que se esperaba, nada cambió mucho; las caras nuevas no son tan nuevas y las caras viejas son las mismas caras por las cuales la mayoría de la gente se vive quejando. Nos convida, ante esto, el deseo de analizar el tema, que nos permita dilucidar si es la política o la politiquería el pan nuestro de cada día. Lo primero es necesario, imposible vivir sin el ejercicio de la política. El hombre nació para vivir en sociedad, a partir de allí nace la familia. Nos corresponde responder de manera responsable a esa misma necesidad de agruparnos, para conseguir calidad de recursos y alimentos; es decir satisfacer las necesidades básicas: salud, educación, vivienda y espacios dignos de trabajo y supervivencia. Son esos grupos primarios, que a través de la historia fueron evolucionando hasta llegar a las grandes naciones y estados que se erigen en el planeta, y a través del ejercicio de la política, quienes han encauzado el desarrollo en este sentido. Necesaria la política. Pero habiendo blanco hay negro, si hay invierno también verano; si hay bondad sin duda la maldad. La politiquería es la parte nefasta de la política, pues desde allí observamos intereses mezquinos.

Individualismos crónicos que llevan por senderos oscuros la verdadera intención de hacer una muy buena gestión política. Entonces encontramos la corrupción como algo “normal”, la falta de escrúpulos es evidente, para poder llevar a cabo sus nefastas intenciones de perpetuarse en el poder y desde luego atesorar sus arcas personales de por vida. Lo segundo es ilógico y aciago para la sociedad y los grupos que con tanto ahínco forma la política. Es lo que hay, el fenómeno que nos atañe a todos, y ante el cual nos corresponde ser ecuánimes y actuar muy responsablemente. No es nuevo esto, y al hablar de este fenómeno de incertidumbre y apatía, se hace necesario volver al punto en el que desde la familia, fuimos responsables y políticos todos; ojo, políticos todos, no politiqueros.

Es necesario escoger a los buenos, a los que buscan la redención ante la corrupción y el beneficio general sea una política para todos. Nos llegó la hora de ser sensatos y responsables. ¿Qué tal si nos damos una oportunidad? No pensemos en la inmediatez, si no en el futuro. Ese futuro con hijos que vienen pidiendo espacios y obliga a ser responsables. ¿Por qué no ser austeros ante la tentación de recibir dádivas politiqueras? No vale la pena venderle el alma al diablo. Acabemos con eso. Ya pasamos una prueba fuerte y seguimos desenvolviéndonos ante los mismos procesos mezquinos de maquinarias nefastas que siguen convirtiendo un voto en un tamal, una teja o una bolsa de cemento. Hoy nos abrimos ante la polarización de izquierda y de derecha. De Duque el de Uribe, con Marta Lucia o Petro el guerrillero. Y juegan también Vargas Lleras, De La Calle, Fajardo y Juan Carlos Pinzón ¿quién es más conveniente para dirigir nuestros destinos? Mientras pensamos de manera sensata, es justo que seamos objetivos, pensar en nuestra dignidad como ciudadano y no salir a ser un borrego más en una tierra de lobos feroces. A votar bien. Sólo Eso.