Recta final… arco del triunfo o despeñadero.

Por. Eduardo Santos Ortega Vergara.

Estamos ante la inminente era del tiempo que no perdona, inexorable e implacable. No hay plazo que no se venza ni fecha que no se cumpla. El 27 de mayo se da el primer término para escoger el presidente de Colombia, ese personaje que regirá los destinos de esta patria boba, de no darse segunda vuelta, ojalá que no, El 27 de mayo será la fecha. Segunda vuelta implica más gastos y al final es lo mismo. El análisis es que tenemos una aparente polarización, se supone que en esta oportunidad, no ha habido otra, aun cuando la muerte de Pizarro, de Pardo y otros tantos nos dicen otra cosa, la izquierda socialista se siente más cerca de llegar al pódium presidencial, al palacio de Nariño y hacerla una casa de estrato dos o quizás tres máximo, al alcance de todos. Amanecerá y veremos. En esa posición está Gustavo Petro, que ahora denuncia un posible fraude desde la registraduría, y rechaza de manera categórica los resultados de las elecciones en Venezuela donde potencian a Maduro como presidente eterno y una pobreza más atenuada en el vecino país. Amanecerá y veremos señor Gustavo Petro.

Por otros lados, son varios lados, están: el candidato Duque tan criticado por ser el supuesto muñeco de Uribe, otro es Vargas Lleras, la continuidad nefasta de un periodo presidencial igual o quizás más dañino que esa intención misma. De la Calle y Fajardo sin son ni ton. Con la convicción general de que son buenos candidatos, pero nadie se atreve a votar por su programa o propuesta. Miedo es el decir, reina en el ambiente cierta posición de temor ante el posible triunfo de Petro. ¿Pero miedo a qué? ¿Los capitalistas a perder el poder y quizás no gozar de las prebendas de mandatarios subyugados a don dinero? Es decir por inconveniencia. ¿Cuál es la inconveniencia? Es la pregunta. El hecho es que nos quejamos y somos conscientes que vamos de tumbo en tumbo; cometiendo la misma locura que hace más de cincuenta años desde la época del frente nacional, y años más atrás. La locura como se suele definir, es la capacidad que tenemos los colombianos de hacer lo mismo siempre y pretenderobtener resultados diferentes, como premio o panacea al mal que nos aqueja. La locura nuestra se define hoy con la pretensión de votar por los que aquellos de hace más de cincuenta años nos dejaron de herencia: Uribes, Santos, Lleras, Duques… etc, etc. Y querer que ellos, los de ahora, actúen de manera diferente a los de antes. Eso sí es locura. Pero la vaina es que no escuchamos consejos, ni de viejos ni de jóvenes. Y

seguimos como pueblo más que bobo, quejándonos por el tema de salud, las Eps engañando a sus usuarios, por los malos servicios, por el abuso y la corrupción, por los salarios de hambre, por la inseguridad, por el terrorismo y muchas tantas cosas, pero al final votando por los mismos que han generado esta situación de años y años, al punto de tenernos tocando fondo y creyendo como estúpidos que las cosas van a cambiar pero con los mismos de siempre. Tremendo despropósito.

Recta final… arco del triunfo o despeñadero. El 28 hablamos.

Sólo Eso.