Radiografía de una Víctima

Hebert Alonso González, se atrevió a contar su historia. Sus derechos fueron vulnerados por los grupos al margen de la Ley y aun espera volver al lugar de donde fue despojado, la tierra que tanto añora, para él la ciudad es dura con la gente del campo, esta es su historia:

Después de muchos años de lucha, sacrificios y trabajo, hace 16 años, yo era un campesino prospero, ordeñaba 30 vacas y tenía 40 novillas de vientre, que irían pariendo periódicamente durante el año lo que me serviría para suplir mis necesidades sin ningún problema, además contaba más de 80 cabras que había ido seleccionando a través del tiempo, de acuerdo al tamaño y la producción de leche, tenía más de 30 cerdos de diferentes tamaños, contaba más de cien aves de corral que me representaban un ingreso adicional.

Todo estaba bien, hasta que llegaron los ‘paras’, dizque a limpiar la zona, y si, la limpiaron de campesinos de gente trabajadora, que luchaba día a día, para mantener a su familia, ahí comenzó mi infortunio, me toco abandonar mis tierras conseguidas con mucho esfuerzo, abandonar cultivos perennes y transitorios.

En mi desplazamiento estuve en valencia de Jesús, en Valledupar y en Patillal en ese recorrido fue quedando mi patrimonio, hasta el punto que tuve que buscar trabajo,  fui taxista, guadañador, guarda de seguridad y cualquier cosa que me permitiera ganar mi sustento honradamente.

Hoy una unión familiar de mas de 20 años no existe, vivo ‘arrimao’ donde un hermano, y el estado en 15 años me ha dado unas 4 ayudas que no representan 500 pesos diarios.

A la fecha con 54 años, tengo mucha dificultad para que las empresas me den empleo, mi sueño es volver al campo.    Hoy a portas de que el estado por decreto me libre de mi condición de desplazado, espero volver al campo de donde no debí salir, regreso con la incertidumbre que allá me espera el paramilitar que me desplazo el  cual nunca abandono la región no sé porque, espero que la indemnización alcance para iniciar un nuevo proyecto de vida.

En caso que no alcance para algo bueno, no me queda más opción que utilizarla para eliminar un mal recuerdo, uno de los causantes de mi desgracia.

Con la emoción o satisfacción y la tranquilidad que nos causa la llegada de la paz, también nos llega la inconformidad, de ver nuevamente como los victimarios, son compensados por el estado, con más recursos económicos  y en menos tiempo que las víctimas.

Sorprende ver como con el simple hecho de hacer parte de un listado, los victimarios tienen acceso a pagos y otros beneficios sin hacer colas o inscribirse  nuevamente o hacer solicitudes, mientras que las víctimas para recibir una ayuda económica o cualquier beneficio debe rendir indagatoria, ante un funcionario del Estado llamado facilitador hasta tres veces antes de que le sea otorgada, ya que esa indagatoria va a Bogotá y vuelve.

Si tiene suerte o dio buenas respuestas le autorizan, y  eso demora entre tres o  seis meses y hasta un año como sucedió en mi caso que recibí  tres o cuatro ayudas un por año.

Mientras los victimarios tienen jefes, abogados y asesores que los defienden, las víctimas estamos a merced del Estado de ánimo del funcionario que lo atienda o la oficina encargada de resolver su situación. Manteniendo el estado su política de siempre, beneficios para los que ostentan el poder  a costa del sufrimiento y malestar de los más débiles y vulnerables.

Ojalá con el proceso de paz, el estado cambie su política y proteja a todos los ciudadanos por igual victimarios y víctimas.