La felicidad de ser lo que somos
Por Eduardo Santos Ortega Vergara
Cuando tenemos la posibilidad de compartir mensajes y la cortesía que en ocasiones enviamos con la palabra de Dios, o aquellos mensajes que van llenos de afecto y ternura, cargados con alto nivel de esperanza; por lo general nos encontramos con dos situaciones o respuestas, puede que sean más pero estas dos son clásicas; primero: un silencio eterno que no sabemos si al receptor del mensaje le agrada o no. Vaya uno a saber.
O el clásico amén, que muchas veces lo escriben sin tilde, amen.
Esto me parece bueno, porque sin saberlo están invitando a algo hermoso: a amar, a entregar el corazón y recibirlo de manera genuina y muy especial… amen, excelente que todos nos propongamos invitar a eso.
Esta respuesta, como la primera, no deja de ser un tanto angustiante pues no sabemos si el amén tiene un significado difuso: ya viene éste a tirárselas de pastor o de cura barato. Habrá uno que otro pensando así.
Quienes de alguna manera nos exponemos a esto, por la insistencia de llegar al corazón de los escogidos en la lista de difusión; tenemos también la dicha de recibir de algunos el que nos exalten el detalle del mensaje.
Dos o tres sinceros que te piden, por favor, no mandar más esos mensajes so pena de ser bloqueado; también está el que te responde con otra cadena o mensajes de difusión. También en su derecho.
Recibo de parte de mi amigo Jaime Celedón un mensaje que refuerza de manera especial lo que argumento en esta nota: «La repetición armónica de un sonido produce música. La repetición armónica de un deseo produce Milagros.
Son tan importantes tus palabras, como la forma en que las dices. Habla siempre con Amor.
Kabbalah»
Quiero de manera especial y respetuosa decirles que estos mensajes son detalles nacidos del corazón, sin intención de incomodar y se hacen con agrado. «La felicidad de ser lo que somos», si mañana más tarde, algunos o todos aquellos, los que me reciben, a través de un mensaje me piden no más; y me llegaren a quedar dos o tres, eso ténganlo por seguro, me generaría la misma frescura y gran felicidad.
De tal manera que lo único que pido es que no se incomoden cuando llegan a sus redes mensajes de crecimiento espiritual, tan necesarios; más importantes, eso si, que aquellos mensajes llenos de vulgaridad y oscuros que envenenan el alma.
Les pido por favor me acepten como soy, a través de mis notas; lo hago con el corazón y mucho amor.
Eso me hace feliz con uno o con mil. Pero si somos más, brindando una palabra de afecto es mejor.
Sólo Eso.