Por: Milagro Patron Noriega
Doctoranda en Ciencias de la Educación, Universidad del Magdalena
Doctoranda en Ciencias de la Educación, Universidad del Magdalena
La crisis ocasionada por el Covid-19 tiene efectos a corto, mediano y largo plazo, y su intensidad depende en gran manera de las medidas sociales y económicas tomadas por cada país para contener y mitigar el contagio en cada una de sus etapas. Hoy por hoy, la acción más importante para enfrentar la epidemia es el aislamiento, la cuarentena y el distanciamiento social, pero al mismo tiempo estas medidas afectan de manera grave la economía y otras actividades esenciales para el ser humano, una de ellas: la Educación.
La interrupción de las actividades en centros educativos podría tener efectos significativamente negativos en el proceso de aprendizaje, especialmente para la población más vulnerable. Si bien los niveles de educación del país ya eran regulares antes de la pandemia, los efectos de este fenómeno podrían agravar su horizonte a mediano y largo plazo. Los recientes resultados de las pruebas Pisa realizadas por la OCDE en 2018, muestran que hubo un desmejoramiento en el nivel de los estudiantes frente a los resultados de las pruebas del 2015, ubicando a Colombia como el país con el más bajo desempeño entre las 37 naciones miembros de este organismo y en general, en el puesto 58 entre un total de 78 naciones evaluadas. OECD (2019).
Cuál podría ser el panorama para los años venideros?
Más allá de la educación, la suspensión presencial de las clases tendrá también un impacto en la nutrición, en el cuidado de los niños y en la participación de los padres (en especial de la mujer) en el mercado laboral. Las desigualdades de género se acentúan en hogares de menores ingresos, donde las mujeres deben salir a trabajar y las demandas de cuidados son mayores, al tener más dependientes por hogar. Cerca de 85 millones de niños y niñas en América Latina reciben alimentación (desayuno, refrigerio o almuerzo) en la escuela mediante los PAE -Programas de Alimentación Escolar- CEPAL (2020). En Colombia actualmente, este programa atiende alrededor de 5 millones 300 mil niños. Mineducación (2020).
Por otra parte, con la migración a la educación virtual, las tecnologías digitales han permitido disminuir el impacto de la pandemia en la educación, y a la vez sostener comunicaciones personales y sociales, sin embargo, a pesar de que la penetración de la banda ancha ha aumentado marcadamente en América Latina (67% en promedio), el aumento del uso de las tecnologías digitales puede evidenciar aún más las desigualdades en la población. En Colombia, el índice de cobertura alcanza solo el 13% en suscripciones fijas y el 52% en móviles, ocupando el puesto 14 por debajo de países como Uruguay, Costa Rica, Brasil, Chile, Argentina, Bolivia, Perú, México, Ecuador y Venezuela, entre otros, según evidencia informe de la CEPAL (2017).
Así mismo, el país presenta el índice más bajo de conectividad entre los países miembros de la OCDE, según lo confirma Ángel Gurría, Secretario General de este organismo. En Colombia la conectividad a internet cuesta dos veces y media más de lo que se paga en promedio en los demás países, lo que limita los niveles de conectividad de los colombianos. Por otra parte, gran parte de la población todavía carece de las habilidades y destrezas informáticas básicas, lo cual se constituye en otra barrera más. OCDE (2019).
En relación con las instituciones educativas, muchas no cuentan con la infraestructura de tecnologías digitales necesaria. Además, existen brechas en el acceso a los dispositivos y a Internet en los hogares, lo cual se marca aún más entre las poblaciones urbanas y rurales, y entre las poblaciones con y sin discapacidad. Tanto instituciones, como docentes y estudiantes tienen un gran reto frente a la implementación y manejo de las TIC. El Estado, en el caso de la educación pública, como las instituciones de orden privado se enfrentan a un gran desafío en esta materia, para evitar la deserción estudiantil y el deterioro de la calidad de la educación.
Debido a los efectos directos e indirectos de la pandemia, es previsible que las actuales tasas de pobreza extrema en América Latina (11,0%) y pobreza (30,3%) aumenten aún más en el corto plazo. Es probable que las familias más pobres no puedan seguir proveyendo educación a sus hijos y los envíen al mercado de trabajo, lo que aumentará las tasas de trabajo infantil. La OIT estima que actualmente el 7,3% de los niños de 5 a 17 años (unos 10,5 millones de niños) de la región trabajan. Otra gran preocupación es el incremento de los índices de violencia intrafamiliar, así como el deterioro de salud mental y emocional en niños, jóvenes y adultos, a causa de la cuarentena y el aislamiento social.
En conclusión, dadas las desigualdades económicas y sociales de la región, los efectos de la pandemia afectarán en mayor proporción a los pobres y a los estratos vulnerables de ingresos medios. Es imperante que el Estado Colombiano ejerza las acciones que sean necesarias, privilegiando la inversión en el sector Educación, para garantizar su sostenibilidad.