Era una mujer dulce, con rostro bonachón que escondía las justas y precisas alternativas para solucionar los inconvenientes que aparecían en el atajo de la vida.
Conservaba el aglutinante perfecto para mantener sólida una cofradía de amigos, que habían creado desde 1968 al lado de su inseparable vecina de la calle grande Consuelo Araujonoguera, ‘La Cacica’, el Festival de la Leyenda Vallenata que con el trascurrir del tiempo se convirtió en la empresa cultural más importante del país. Foto: FFLV – Hernando Vergara